El ekonkong es la danza más bonita y más representativa de la Casamance. Es la danza del guerrero, el hombre demostrando su fuerza, su ímpetu, su coraje. Danzan en círculo moviendo su pierna al ritmo del tamtam y haciendo sonar la lata con semillas que lleva atada a la pantorrilla con hojas de palma … La mujer vitorea alrededor suyo, golpea la tierra con sus palos donando su fuerza de mujer al hombre, baila alrededor suyo y muestra su felicidad por tener hijos tan fuertes y valientes… Muy patriarcal todo, pensaran algunas e incluso yo misma cuando escribo… y sí, puede parecer a simple vista y con una descripción semejante a la que he hecho, sin embargo, incluso desde mis ojos y mis alma feminista, lo que siento al contemplar lo que está sucediendo no siento rechazo, lo que me hace pensar que no es machismo lo que veo, veo tribu, comunidad, ancestros e incluso más fuerza en la alegría, los cantos, los coros de ellas que en los músculos de ellos… No veo sometimiento, veo roles y veo lo que un día debió de ser la organización de la sociedad y se transformó.

Cabrousse, posiblemente el pueblo «más diola» de la región, pegadito a la frontera de Guinea, celebró hace tres días la fiesta de salida del bosque de los jóvenes… no es la iniciación que se celebra cada 25 o 30 años en cada pueblo, está es especial solo para los jóvenes y se hace cada tres o cuatro años. Estos chicos, durante un mes han estado en el interior del bosque acompañados de sus hermanos mayores que les han servido de guías y los viejos del pueblo. Jamás, ni siquiera las mujeres del pueblo, madres y hermanas, ni niños, amigos y familia que no haya pasado aún por ello, sabrá lo que ha pasado ese mes dentro del bosque sagrado. No se hablará de ello, solo entre ellos podrán compartir lo vivido y lo aprendido… Muchachos que podrías haber visto en la discoteca bailando y tomando una cerveza, hoy los ves ataviados con su traje tradicional, con el pelo rapado y horquillas de colores, danzando con una lanza en la mano y un machete en la otra, y es sorprendente está conjugación de tradición y modernidad conviviendo la una con la otra lo más armónicamente posible. A diferencia de mi pueblo, Oussouye, en que el color rojo no es portado por nadie en su vestimenta pues es el color del rey, aquí es el protagonista… especialmente de esta fiesta. Oussouye y Cambrousse están separados por apenas 25 km y son dos mundos de la misma cultura.. por cada pueblo que pases de la Casamance aprenderás una cosa nueva pues cada uno tiene su autenticidad propia dentro de la tradición.

Recuerdo a mi amigo, profesor de fitness y uno de los jóvenes que ha entrado al bosque, compartiendo conmigo su preocupación por su pelo que iba a ser rapado con un peinado, todo hay que decirlo, bien feo. Mi amigo ama las rastas, es coqueto, educado, elegante, siempre atento y muy ocupado con su imagen, y diola, muy diola. En unos meses tendría que deshacerse de su peinado perfecto y raparse todo dejando una pequeña cresta en la frente. Hace unos meses me decía preocupado… «es la tradición, no me gusta eso, pero tengo que hacerlo».

Les miro danzar, escucho el canto de las mujeres y me emociono. Sin duda, este ha sido el mejor ekongkong que he visto hasta el momento.
